Cirque du Freak 01 by Darren Shan

Cirque du Freak 01 by Darren Shan

autor:Darren Shan [Shan, Darren]
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: General Interest
publicado: 2010-03-02T08:00:37+00:00


CAPÍTULO DIECINUEVE

Si llega a alcanzarme, me habría clavado los quelíceros y yo habría muerto. Pero tenía la suerte de mi lado, y en lugar de aterrizar sobre la carne, se estrelló contra el borde de la flauta y salió despedida hacia un lado.

Fue a caer encima de una pelota y pareció aturdida durante un par de segundos. Reaccioné al instante, consciente de que mi vida dependía de la rapidez, y empecé a tocar la flauta como un loco. Tenía la boca seca, pero a pesar de todo seguía soplando, no osaba parar para humedecerme los labios.

Madam Octa ladeó la cabeza al oír la música. Intentó sostenerse sobre sus patas dando tumbos de un lado a otro, como borracha. Cogí aire en un suspiro y empecé a tocar una melodía más suave, para que no se me cansaran los pulmones ni los dedos.

“Hola, Madam Octa” -dije mentalmente, cerrando los ojos y concentrándome.

“Me llamo Darren Shan. Ya te lo había dicho antes, pero no sé si me habrás oído. Ni siquiera estoy seguro de que puedas oírme ahora.

“Soy tu nuevo dueño. Voy a tratarte muy bien; te traeré montones de insectos y carne. Pero sólo si te portas bien y haces todo lo que te diga y no vuelves a atacarme.

Ella había dejado de tambalearse y parecía mirarme fijamente. No estaba seguro de si captaba mis pensamientos o bien estaba preparándose para atacar de nuevo.

“Ahora quiero que te levantes sobre las patas traseras -dije mentalmente-. Quiero que te levantes sobre tus dos patas traseras y me hagas una inclinación”.

Tardó unos segundos en responder. Yo seguía tocando y pensando, pidiéndoselo, ordenándoselo, suplicándoselo. Por fin, cuando ya casi estaba sin aliento, se alzó sobre sus dos patas como yo quería. Luego hizo una pequeña inclinación y se relajó, esperando mi siguiente orden.

¡Me obedecía!

La siguiente orden que le di fue que volviera a su jaula. Hizo lo que le pedía, y en esta ocasión sólo tuve que pensarlo una vez. En cuanto estuvo dentro, cerré la puerta y me caí de culo, dejando que la flauta se me desprendiera de la boca.

¡Menudo susto me había dado cuando saltó sobre mí! ¡El corazón me latía tan deprisa que por un momento pensé que me saldría por la boca! Me quedé una eternidad tendido en el suelo, sin poder quitar la vista de la araña, pensando en lo cerca que había estado de la muerte.

Aquello hubiera debido servirme de advertencia. Cualquier persona sensata habría dejado la puerta definitivamente cerrada y se hubiera olvidado de la posibilidad de jugar con una mascota tan mortífera. Era demasiado peligroso. ¿Qué habría pasado si no hubiera tenido la flauta? Mamá podía haberme encontrado muerto al volver a casa. ¿Y si entonces la araña la atacaba a ella, o a papá, o a Annie? Sólo la persona más estúpida del mundo volvería a correr un riesgo tan grande.

¡Detente, Darren Shan!

Era una locura, pero no podía detenerme. Además, tal y como lo veía yo, no tenía sentido haberla robado si era para tenerla encerrada en una estúpida jaula.



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